Monday, April 23, 2012

Silence, please.



Ayer fue un día casi sin palabras.

Resulta que la soledad es muda.

En la biblioteca abrí un libro de Margaret Atwood y las palabras de su poema "In the Secular Night " me persiguieron el resto del día. Mientras nadaba, el poema rondaba en el agua, daba vueltas a mi alrededor.

There is so much silence between the words,
you say. You say, The sensed absence
of God and the sensed presence
amount to much the same thing,
only in reverse.
You say, I have too much white clothing.
You start to hum.
Several hundred years ago
this could have been mysticism
or heresy. It isn’t now.
Outside there are sirens.
The century grinds on.

    En Inglés "mudo" y "tonto" son la misma palabra: dumb. Me pregunto por qué, si dicen que en realidad el silencio te hace mucho más consciente, por lo menos conciente de ti mismo, y eso ya es un gran avance hacia una vida inteligente. Tal vez sea cierto. Cuando había mucha gente aquí y me la pasaba platicando, difícilmente podría decirte qué fue lo que dije en todo el día. Hoy sé exactamente cuando hablé y qué dije ayer. Eso es muy interesante. Habría que economizar  palabras como lo hacemos con el dinero para saber qué fue lo que dijimos y de qué sirvió.

   Hablé en dos momentos nada más. En la tarde, mientras lavaba mi ropa, llegó el documentalista mexicano Alberto Becerril y le enseñé a sacar detergente de una maquinita y a encender la lavadora y la secadora, y luego en la noche en el restaurante cuando a mi amiga Erica y a mi,  por casualidad, nos tocó enfrente una escritora canadiense de nuestra edad que vivió cinco años en Japón. Nos cayó muy bien y felices   de encontrar una nueva amiga nos quedamos platicando un buen rato después del postre.

    A diferencia de otros días, en la noche más tarde, al revisarlos vi con mayor claridad las fallas en  mis cuentos, supe perfectamente cuales funcionan y cuales no funcionan y que tendré que re-escribir. Pensé también que me gustaría poder retomar la poesía después de terminar este libro, con un libro que se llamará: "Jack dice que su hermano es el mar" (o sea Jack Kerouac). Luego aparecieron en mi mente muchos títulos chistosos junto con tramas de novelas y la idea para un libro de foto con textos. Creo que en el silencio sí piensas más o tal vez tienes la oportunidad de reflexionarlas y así las ideas simplemente se van aclarando. No estás parloteando, no hay farfulleo si estás a solas, pero ¿para qué necesitas esa velocidad en el fluir de tus palabras?. Sin duda habrá  menos estupidez si hablas menos, aunque sea por  una mera cuestión de probabilidad.

   Empieza una nueva era en Banff. La del trabajo intenso. En silencio.

    Sólo al final de estas semanas de silencio que se aproximan podré decir si,  en efecto,  el silencio es realmente tan elocuente y  si  como me dice mi amiga María, en su maravillosa carta, adentro de la nada uno empieza de pronto a sentir que  las  palabras llegan en suaves susurros, claras y amorosas, para que se de por fin la verdadera felicidad, la sanación del espíritu.

    Espero ansiosa  mis propias respuestas.

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